miércoles, 20 de julio de 2011
Jesús, vengo a pedirte ayuda, no me dejes por favor...
Hoy es uno de esos días en que mi melancolía me pesa, es una mochila muy grande que debo cargar, o no sé si debo, quizás yo misma no supe enfrentar los sinsabores de la vida con una sonrisa a mano para no llegar a este estado.
Mi tristeza es grande y ya no tiene un origen exógeno, exterior, me doy cuenta que es un simple y cruel estado de depresión endógena.
Mañana retomaré mi antidepresivo, el que dejé por las reacciones cardiacas que me produce y será lo que Dios quiera, pero yo no quiero sentirme más así, tan triste, tan amargada, tan melancólica.
Sólo le pido ayuda a Dios para superar nuevamente este tramo de mi vida. Necesito hacerlo, quiero estar con mi hija todavía, no puedo ya imaginar la vida sin ella, aunque en el más allá tengo a la otra, la primera, mi nena mayor que partió tan pronto, en plena adolescencia, 16 años no es una edad para que muera un hijo y eso ha dejado huellas en mí que si no es con químicos ya no puedo atemperar.
Mañana será un nuevo día y espero que Jesús me tome de su mano y me lleve por el camino correcto, te necesito mucho Jesús, por favor no me dejes sola.
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